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Estanque en el Kirstenbosch |
De paseo por el Kirstenbosch |
El 8 de diciembre era el día del regreso. Tras atiborrarnos por última vez en el buffet del restaurante pasamos la mañana en los Jardines Botánicos Kirstenbosch, un auténtico paraíso enclavado en un profundo valle de la vertiente este del Monte Mesa a las afueras de la ciudad. Monte Mesa que, tras el cambio del régimen de vientos del día anterior, se encontraba cubierto por su típico “mantel” de nubes, dándole una estampa casi irreal, y cuya formación un compañero consiguió grabar en un vídeo antológico. En estos jardines es posible encontrar la mayor parte de las especies vegetales del reino floral del Cabo, únicas en el mundo, y si te gusta la naturaleza y su variedad, este es tu lugar. Por la tarde una parte del grupo volvió al centro de compras mientras el resto se quedó en los jardines para volver al hotel a última hora de la tarde y, a las 20:20, de nuevo al avión de vuelta al mundo real. Nos espera el norte, pálido y frío como los rostros de los muertos.
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Carretera al areopuerto, flanqueada por chabolas. La otra realidad de Sudafrica. |
Tras otras 11 horas de vuelo llegamos a Londres a las 6:35. Nuestra intención era pasar 10 horas en la ciudad antes de coger el vuelo a Madrid de las 17:05, pero un malentendido entre South African Airways e Iberia amenazó con dejarnos en tierra. Tuvimos que renunciar a nuestro propósito y salir inmediatamente en dirección a Barcelona y de allí, sin haber pasado por un solo control de aduana, volar de nuevo hacia Madrid. Allí nos despedimos todos juntos por última vez, y unos cuantos partimos rumbo a Valladolid. Nos esperaba una noche de lluvia y una sensación de irrealidad, como si nunca hubiéramos salido y nuestras sensaciones fueran sólo efecto de un potente psicotrópico.